Cinco medidas sencillas, no farmacológicas, ayudan a disminuirlo y hasta prevenirlo.
Ni dejarlos llorar hasta que no puedan más, ni oponerse a que la enfermera haga su trabajo para que no lloren... Los bebes nacen preparados para responder al dolor, y así lo hacen saber cuando lloran o hacen pucheros. Pero existen estrategias simples de alivio, no farmacológicas, a la vez que los ayuda a desarrollar un nivel de tolerancia adecuado a cada estímulo. Varias de esas medidas analgésicas aún se transmiten de madres a hijas, como el uso del chupete o el agua azucarada (con sucrosa).
En las últimas dos décadas, una gran cantidad de estudios reveló no sólo que los bebes serían capaces de sentir el dolor ya antes de los cinco meses en el vientre materno, sino que el dolor del recién nacido se puede prevenir o reducir con cinco medidas al alcance de cualquier adulto, incluidos los padres y los profesionales de la salud. De hecho, figuran en los protocolos de manejo del dolor en las unidades de neonatología modernas.
"Haber comprendido algo tan importante como es calmar el dolor en el ser humano es, a mi entender, quizás uno de los principales avances de la neonatología en los últimos años -señaló el pediatra José Ceriani Cernadas, jefe honorario del Servicio de Neonatología y coordinador del Comité de Seguridad del Paciente del hospital Italiano-. Un feto siente dolor la 20a y la 22a semanas de gestación, y puede ser que aun más temprano."
El dolor es una sensación subjetiva, que depende de la respuesta que cada uno tiene ante un estímulo de la misma intensidad. Pero en los bebes, "tiende a ser menos subjetivo que en los adultos porque responden con llanto y cambios del humor y lo hacen en forma bastante pareja entre ellos", agregó. De hecho, en un libro muy utilizado en las facultades de Medicina - Neonatología práctica (Editorial Médica Panamericana)-, sólo en su última edición, en 2009, amplió a nueve páginas un brevísimo capítulo sobre el dolor fetal y neonatal debido a los nuevos conocimientos, según aclaró Ceriani Cernadas, director del Consejo de Publicaciones de la Sociedad Argentina de Pediatría.
Hoy, entre el 70 y el 80% de los fármacos que se usan en las unidades neonatales no están autorizadas para el uso infantil, incluidos los analgésicos. Por eso, se usan dosis diluidas. "Un médico lo definió bien: los chicos son huérfanos terapéuticos", recordó. De ahí, la importancia de estudiar cómo manejar el dolor en los bebes, necesiten o no atención médica especializada. Unos y otros pasan por procedimientos como la extracción de sangre o la aplicación de una vacuna, o tienen cólicos.
Las cinco estrategias simples son: el amamantamiento y el uso del chupete, que activan en la boca las endorfinas, hormonas con efecto analgésico; el contacto piel con piel, como abrazar al bebe, tomarlo de las manos o acariciarlo; una dosis de sucrosa cinco minutos antes y durante el procedimiento; la postura con brazos y piernas recogidos, similar a la de la panza materna, y la reducción de los estímulos externos (luz, ruidos y temperatura ambiente). Y su combinación mejora el resultado, como usar la sucrosa con un chupete mientras la madre carga al bebe.
"El amamantamiento o la succión no nutritiva [chupete o tetina] -escribió en el libro la doctora Silvia Fernández Jonusas, del Servicio de Neonatología del Italiano- mostraron reducir el dolor en procedimientos cotidianos [punción de talón o venopunturas] y deberían usarse sistemáticamente."
Por otra parte, la doctora Norma Rossatto, experta en dolor del Servicio de Neonatología del Sanatorio La Trinidad, señaló la importancia de la formación de la memoria del dolor. "Cuando un bebe recibe alguna de esas formas de contención, su memoria del dolor se traduce en un consuelo más rápido y, a medida que crece, en respuestas más atenuadas -dijo-. En un chico sin esa contención, una vacuna puede alterarles la respiración y los latidos; además, sus funciones vitales tardan más en normalizarse."
0 comentarios:
Publicar un comentario