La digestión de los alimentos ricos en glúcidos, como la fruta, los cereales, el pan, las patatas, el azúcar refinado, los dulces, la mermelada, etc., proporciona glucosa, que es el carburante con el que funciona el organismo.
Para transformarse en energía, la glucosa pasa por dos fases metabólicas: una fase anaerobia (en ausencia de oxigeno) y una fase aerobia (en presencia de oxigeno). En la anaerobia, bajo la acción de diferentes enzimas, la glucosa se convierte sucesivamente en ácidos cítrico, alfacetoglutárico, pirú vico, succínico, fumárico, málico, oxalacético y finalmente acido láctico. Estos diferentes ácidos son los metabolitos intermedios tóxicos (MIT).
En la fase aerobia que sigue, los MIT se oxigenan y liberan así la energía necesaria para el cuerpo. Los residuos de esta ultima transformación son el agua y el gas carbónico, ambos fácilmente eliminables.
Pero cuando existe una sobrealimentación con glúcidos, el cuerpo recibe más glucosa de la que puede metabolizar. En lugar de conducir a la producción de energía, la degradación de la glucosa se interrumpe en uno de los estadios de la fase anaerobia.
Tanto si es en el estadio del acido pirúvico como en el del málico, los metabolitos intermedios son residuos, y además tóxicos, con los que el organismo se envenena.
La presencia de estos MIT deteriora el terreno de múltiples maneras. La sangre y la linfa pierden su fluidez, con lo cual la circulación y los intercambios se realizan y los órganos se congestionan. Las mucosas de los órganos y las paredes de las células son agredidas y lesionadas, lo cual las hace más vulnerables.
Ciertos números de reacciones bioquímicas no pueden realizarse a causa del cambio de pH* del medio interior. El terreno se acidifica cada vez más y el cuerpo se agota al ceder sus bases minerales de reserva para neutralizar el exceso de acidez. Cuanto mayores sea la cantidad de glúcidos consumidos o mayor sea la carencia de vitaminas y oligoelementos necesarios para la activación de las enzimas implicadas en la degradación de la glucosa presentes en el cuerpo, mas riesgo habrá de que la transformación de la glucosa se interrumpa en el estadio anaerobio, productor de MIT.
Por consiguiente, la glucosa de los alimentos ricos en vitaminas y oligoelementos, como la fruta y los cereales intégrales, se metaboliza mucho mejor que la procedente de los alimentos pobre en ellos: los alimentos refinados.
Los azucares refinados, tanto blanco como moreno, y los cereales refinados (arroz, pastas y harina blancos) son grandes productores de MIT. El consumo de elementos hechos con harina blanca o que contiene azúcar refinado aumenta de manera inquietante.
El empleo de pan blanco se ha generalizado, el consumo anual de azúcar refinado por habitante paso de 5 Kg. en el año 1900 a mas de 35kg en suiza y 27 Kg. en Francia en 200.
La sobrealimentación en glúcidos es, pues, perjudicial; sobre todo con producto que contienen azúcar refinado: caramelos, chocolate, pasteles, galletas, mermelada, refrescos industriales (100 g de azúcar por litro). Yogures (16 g de azúcar por cada 100 g) etc. Sin olvidar el azúcar añadido al café, al te y a las tisanas.
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