domingo, 4 de abril de 2010

Aquino Britos rindió homenaje al ex presidente Alfonsín al recordarse el primer aniversario de su fallecimiento

El diputado radical Armando Aquino Britos, rindió un justiciero y emocionado homenaje al ex presidente de la Nación, Raúl Alfonsín, durante la última sesión de la cámara Baja provincial y en coincidencia con el primer aniversario del paso a la inmortalidad del prohombre de la historia contemporánea de la Argentina. 

En su discurso el legislador recordó diferentes pasajes de los hechos más sobresalientes de la vida política de Alfonsín y, con especial énfasis, sus compromisos hechos realidad en su gestión presidencial, así como cuando dijo que en democracia no solamente se vota sino que también se cura, se come y se educa.

En uno de los párrafos finales de su discurso, Aquino Britos pidió para sí "volver a hacer la política con los mismos sueños que nos enseñara el doctor Alfonsín y quiero, esta vez, ganarle la pulseada ideológica al entrañable Julio Bárbaro diciéndole que el operador jamás le puede ganar al militante".

Versión taquigráfica
HOMENAJE AL DR ALFONSIN
CAMARA DE DIPUTADOS DE LA PROVINCIA 4ª SESION ORDINARIA DEL 31/3/2010.

SR. PRESIDENTE (Cassani).- Tiene la palabra el diputado Aquino Britos.

SR. AQUINO BRITOS.- Señor presidente: la verdad es que antes del inicio de las palabras de homenaje, correspondería hacer un minuto de silencio por la desaparición física del ex presidente Alfonsín, para lo cual pido licencia a esta excelentísima Cámara.

SR. PRESIDENTE (Cassani).- Procedemos a hacer un minuto de silencio, tal cual lo solicitado por el diputado Aquino Britos.

SR. AQUINO BRITOS.- Señor presidente: la verdad es que el solo hecho de mencionar como ex presidente al doctor Raúl Alfonsín, nos obligaría a revisar su tarea de gobierno. Y éste no es el propósito del homenaje que, en particular, le quiero rendir. Creo que lo tenemos que hacer desde otro lugar, desde el lugar del compromiso, desde el lugar de la militancia y desde el lugar común de todos nosotros, los que hacemos política.

Creo que cuando uno abraza una idea, cualquiera sea ésta y se pone a trabajar por el bien común, la verdad es que ese solo gesto, por allí, enaltece a quien lo hace con la pasión, con la firmeza, con la fuerza, porque conlleva un enorme sacrificio; pero si a esto usted le suma la perseverancia, la coherencia y el tesón que pusieron algunos hombres como el doctor Alfonsín a su actividad, nos llena de enorme orgullo que haya sido nuestro maestro, el verdadero guía y que nos haya dejado un legado tan importante en los tiempos que estamos viviendo.

Quiero recordar las palabras de otro dirigente político de la misma talla, Antonio Cafiero, cuando lo despedía y decía: “Alfonsín no le pertenece a los radicales, le pertenece a los argentinos”, lo que es absolutamente cierto.

Desde ese lugar común de la política lo quiero recordar: Alfonsín, cuando en sus años jóvenes contenía a la juventud para que no ocupe el carril de la violencia, como una forma de modificar el estado de cosas imperantes, que vaya si no era peligroso pensar diferente a la dictadura; me estoy refiriendo a la de Onganía, en aquella época. Y así se formó con fuerza la Juventud Radical de aquel entonces.

Cómo no recordar ahora, que el amigo ‘Kuto’ Badaracco va a rendir un homenaje a Malvinas, cuando Alfonsín en absoluta soledad advirtió a la población de la verdadera irresponsabilidad y locura de un enfrentamiento armado con una potencia mundial, en la forma y el modo en que lo llevó a cabo una dictadura genocida e irresponsable.

Cómo no recordar a Alfonsín haciendo cola junto a otro hombre que tenemos que recordar y honrar que era Bittel -presidente a cargo del Partido Justicialista en aquel momento- y a Allende cuando nosotros, por allí algunos por la irresponsabilidad de la edad y otros por la complicidad del silencio, gritábamos los goles del Mundial de 1978 y Alfonsín, Allende y Bittel hacían cola para denunciar el verdadero genocidio que estaba viviendo la Argentina ante la Organización de Estados Americanos, cuya delegación atendía en un hotel en Buenos Aires.

Cómo no recordar a Alfonsín cuando prometió las cosas que después cumplió cuando fue presidente.

Cómo no recordar a Alfonsín. Hubo regularización de las universidades, el crecimiento de la matrícula como nunca hubo, terminando con el Congreso Pedagógico Nacional y planes de educación que llegaron a todos los niveles y todas las edades.

El Plan Alimentario Nacional que vino a mitigar el hambre y por supuesto que conllevó también además la participación de todos los sectores de la sociedad, salteando la intermediación parasitaria de algunos acopiadores que se quedaban -cómo no recordarlo en este momento- con los granos de los argentinos, haciendo que el productor se rompa el alma para después fijar un precio absolutamente distinto al que lo compraban.

Cómo no recordar a Alfonsín cuando se instrumento el Seguro Nacional de Salud y por supuesto todo el concepto que integran las obras sociales en la actualidad con la ley 26.660 y la ley 26.661.

Entonces, efectivamente hizo realidad el sueño de muchos que por ahí transitábamos el camino de la desesperación y la bronca, transformándolo y canalizándolo a través de la justicia, poniendo en funcionamiento las instituciones republicanas para que éstas sean las que juzguen las atrocidades que nos había dejado la dictadura.

Lo hizo con valentía y con un coraje cívico singular, cuando en aquel momento el poder militar era fuerte, implicaba condicionamientos, levantamientos y amenazas por doquier.

Pero por supuesto, cómo no recordar a Alfonsín cuando algunos correligionarios vergonzantes le pedían silencio, porque cuestionaba la convertibilidad poniéndola en el mismo nivel que puso a los golpes de Estado, como que iba a destruir la conciencia y el patrimonio de los argentinos.

Cómo no recordar a Alfonsín cuando después de todas estas cosas, nos pidió a los argentinos que nos queramos un poco más y nos unamos, pero no por una vocación de amontonamiento sino que nos juntemos para tener más democracia, mejor república. Para que la reunión sea detrás de políticas de Estado y no para ver que quien gana tiene que imponer su voluntad a libro cerrado y el resto acompañar. No es ésta la idea del doctor Alfonsín, nunca lo fue y quienes por allí tuvimos oportunidad de dialogar con él, sabíamos de su profunda vocación republicana, democrática y además del respeto al pluralismo; y dio muestras de ello.

Cómo no recordar a Alfonsín en las políticas de Estado, que fue el precursor de la unidad Latinoamericana y entonces se extendió la democracia por toda Latinoamérica como un baño de agua fresca que estaba mitigando el hambre y la sed de todos nuestros conciudadanos de la patria grande que es América Latina. Así nació el Mercosur y esto le dio continuidad a una política de Estado que la desarrolló el doctor Menem y continúa felizmente hoy gozando de muy buena salud con la incorporación de nuevos socios plenos de este organismo.

Por último también, cómo no recordar a Alfonsín con una apología que ha hecho de la política un gran pensador que no le pertenece al radicalismo, que es un militante, me refiero a Julio Bárbaro cuando recordaba en Clarín que por allí en estos tiempos el gestor le ganó la batalla al militante. Ese gestor, el ‘lobbysta’, el que cree que se puede desarrollar la política sin ideas le ganó a aquel militante, del que no importa el Partido, el que lucha por sus ideas, el que es capaz de dejarlo todo por un mundo mejor y que en los sueños va dejando jirones de su vida, sacrificios familiares.

Quiero volver a hacer la política con los mismos sueños que nos enseñara el doctor Alfonsín y quiero, esta vez, ganarle la pulseada ideológica al entrañable Julio Bárbaro diciéndole que el operador jamás le puede ganar al militante.

Por eso, el legado de Alfonsín está más vivo que nunca en las personas que creemos que hay que seguir a las ideas, porque los hombres a veces fallan, se frustran o fracasan. Nada más, señor presidente. (Aplausos)

SR. PRESIDENTE (Cassani).- Gracias, señor diputado.



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