El presidente estadounidense, Barack Obama, reunirá mañana a unos 30 legisladores demócratas y republicanos en una "cumbre" de un día para tratar de reactivar el empantanado debate en torno a la reforma del sistema de Salud del país, el eje central de su política doméstica.
Los representantes y senadores que asistirán al encuentro en Blair House, la residencia de los dignatarios extranjeros de visita en Estados Unidos, ubicada frente a la Casa Blanca, fueron invitados para, según dijo Obama, "poner sobre la mesa" ideas que permitan hacer avanzar el tema.
La Cámara de Representantes y el Senado aprobaron a finales de 2009 dos versiones diferentes del proyecto de reforma.
Pero el necesario proceso de fusión de los textos quedó interrumpido por la pérdida, el mes pasado, de la supermayoría de 60 escaños sobre 100 que tenían los demócratas en el Senado, luego de que la banca que dejara vacante el difunto senador Edward Kennedy cayera en manos de la oposición conservadora.
Esto dio a los republicanos el poder de bloquear la adopción de leyes, por lo que ahora exigen la reanudación de las negociaciones desde cero, por considerar que los proyectos oficialistas equivalen a una nacionalización encubierta del sistema de salud, hasta ahora dominado por las empresas de medicina prepaga.
La Casa Blanca publicó el lunes su propia propuesta de reforma del sistema de salud que garantizará una cobertura sanitaria a "31 millones de estadounidenses" que carecen por completo de acceso a la atención médica, que limitará los aumentos de las cuotas de las prepagas y controlará los costos, según dijo el presidente.
Este plan, que "acerca las versiones de la Cámara Baja y del Senado", constituye "una propuesta inicial" para las discusiones de mañana, dijo Obama, mientras que el vocero de la Casa Blanca, Robert Gibbs, desafió a los republicanos a introducir sus propias ideas para completarlo.
La cumbre, que comenzará a las 10 (las 12 en Buenos Aires) y durará seis horas, será transmitida en vivo por televisión para cumplir con el deseo de "transparencia" de los ciudadanos, dijo la Casa Blanca.
Analistas sostienen que el objetivo de la cumbre es demostrar que el mandatario no renunció a su declarada intención de que la ley cuente con respaldo bipartidista, pese a que los republicanos se mantienen firmes en su oposición unánime a la reforma.
El líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, dijo ayer que los republicanos están "contentos" de haber sido invitados a la Casa Blanca, pero señaló "no" estar "muy seguro de cuál es el propósito" del encuentro, según informó la cadena CNN.
Los republicanos -que no se oponen a una reforma del sistema- dicen que sus propias propuestas, aunque de menor alcance, lograrán extender la cobertura a millones de compatriotas pero sin aumentar el ya crecido déficit.
Los demócratas también dejaron en claro que no cederán a las presiones de los republicanos para empezar el debate de cero.
"Esta idea de que tenemos que comenzar con una hoja en blanco es ridícula", dijo el senador demócrata Bob Casey.
El oficialismo espera que el evento de mañana sirva de aliento a legisladores demócratas que buscan su reelección y que temen que la oposición pública a una reforma tan amplia, reflejada por sondeos, los condene a perder su banca en los comicios legislativos de este año, según analistas.
Los jefes de las bancadas demócratas en el Congreso dijeron que no aprobar una reforma sanitaria será incluso más perjudicial.
Con sus 41 votos, los republicanos pueden bloquear la votación definitiva de la reforma de salud en el Senado, donde los legisladores demócratas ahora suman 59.
Si los republicanos permanecen inamovibles en su postura de rechazo a los proyectos demócratas, el oficialismo de la Cámara de Representantes sólo podrá echar mano a un complejo proceso llamado reconciliación" presupuestaria y aceptar, aunque de mala gana, la versión de la reforma que aprobó el Senado en diciembre.
Los demócratas del Senado después tendrían que hacer algunas modificaciones pedidas por la Cámara Baja y la Casa Blanca.
Pero ese proceso legislativo, al menos, evitará las tácticas de la oposición, ya que sólo requerirá la aprobación de una mayoría simple en el Senado, es decir, 51 votos.
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