El Gobierno Provincial, a través del Ministerio de Producción, Trabajo y Turismo trabaja en darle mayor impulso a la cría de peces de especies comerciales para consumo. La acuicultura se ha presentado como unos de los negocios más florecientes de la última década, con una tasa de crecimiento mundial en torno al diez por ciento anual desde hace 15 años. Este desarrollo impulsaría también la agricultura, ya que el alimento balanceado para peces representa el 8% del total de la industria de alimento animal.
Representantes del MPTT participaron de la Jornada Nacional de AgroAcuicultura de Avellaneda (Santa Fé), organizada por la Secretaría de Producción de esa ciudad; el INTA, a través del Programa de Eficiencia de Cosecha y Poscosecha (PRECOP II); la Unión Agrícola de Avellaneda y el Grupo Todoagro.
El coordinador de la Unidad Operativa de Producción del MPTT, licenciado Juan Pablo Gómez de la Fuente, confirmó que desde el gobierno provincial “se busca dar un fuerte impulso a esta actividad en la provincia, por las condiciones naturales de nuestro territorio, la potencialidad de la acuicultura y la apuesta que algunos productores están dispuestos a encarar”. A cargo del proyecto de acuicultura provincial, se encuentra la bióloga Aurora Roffe.
Durante la jornada en Avellaneda se sostuvo que en la actualidad la acuicultura representa el 50% del total de la industria, igualando ya a la captura de peces en océanos, mares y ríos. La oportunidad para nuestro país no solo pasa por la cría de peces, en sistemas y escalas diversas, sino además por la elaboración de alimentos para países con fuerte cultura piscícola, en especial a los de Asia, que explican más del 90% de la acuicultura mundial, según explicó el médico veterinario Gabriel Gualdoni, gerente de la empresa Alltech para el Cono Sur.
Según la evaluación que hacen desde el sector acuícola a nivel nacional, existe un número de factores que propician la intensificación de la cría de peces, mencionando entre otros, la disminución de la disponibilidad de recursos por la competencia por el agua, un marco regulador más estricto, la economía mundial y la creciente demanda de pescado y productos pesqueros.
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