Las personas que sufren alteraciones del sueño permanentes, ya sean por insomnio o por el llanto de un recién nacido, parecen volverse más susceptibles al dolor.
En una investigación de la Johns Hopkins University School of Medicine (Estados Unidos) sobre 32 mujeres jóvenes saludables, se halló que las que sufrían interrupciones repetidas del sueño durante tres noches mostraban un cambio de la percepción del dolor. La capacidad corporal de inhibir las señales de dolor disminuyó y, como grupo, estas mujeres dijeron sentir más molestias espontáneas, como dolor de espalda o calambres estomacales, al día siguiente.
En cambio, nada de esto ocurrió en las participantes a las que se les permitió dormir sólo algunas horas a la noche, pero no se les
interrumpió el sueño. Aunque esas mujeres durmieron la misma cantidad total de horas que el grupo al que se le interrumpió el sueño, no se alteró su percepción del dolor.
Esto sugiere que la interrupción repetida del sueño durante la noche tendría un determinado efecto sobre el procesamiento cerebral del dolor. "No es la pérdida total del sueño, sino su fragmentación", ha explicado el autor principal de la investigación, Dr. Michael T. Smith.
En especial, las interrupciones del sueño afectan el sistema opioide del organismo, que ayuda a regular la percepción del dolor. Al hacerlo, el sueño fragmentado favorecería o agravaría el dolor crónico en las personas con, por ejemplo, fibromialgia o problemas en la zona inferior de la espalda.
El estudio duró en total una semana. Las primeras dos noches, todas las participantes durmieron 8 horas, un período normal. Luego, se las dividió en tres grupos durante las siguientes tres noches: un grupo sufrió interrupciones forzadas del sueño cada noche; otro grupo permaneció despierto hasta tarde y se despertó temprano, y un grupo control durmió normalmente.
Durante el estudio, a las mujeres se les midió la percepción del dolor. En una prueba, se les aplicó presión a los músculos del brazo hasta que las participantes decían sentir dolor.
Un segundo examen consistió en aplicarle presión a un brazo mientras las mujeres mantenían la mano del brazo opuesto en agua fría; normalmente, ese shock frío reducía el dolor en el otro brazo por acción de los sistemas de inhibición del dolor.
Con todo, esa inhibición natural del dolor se mostró disfuncional cuando las participantes sufrieron cortes de sueño forzados. Es más, las mujeres dijeron sentir más dolores al día siguiente.
El Dr. Smith manifestó que las interrupciones forzadas del sueño durante el estudio recrearon el insomnio nocturno o lo que vive un médico de guardia o los padres de un bebé recién nacido. Las personas con dolor crónico y problemas para descansar deberían buscar ayuda clínica para la alteración del sueño.
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