A los 68 años, tras una larga enfermedad, el pediatra que atendió la salud de miles de niños correntinos durante casi de 40 años falleció el mioercoles 25 de noviembre.
Son referentes en una sociedad, personas que se destacan por la profesión que ejercen, y el modo en que lo hacen, o por su carisma, o su “don de gente”. Corrientes perdió a un hombre que se destacaba por ambas cosas. A los 68 años, tras pelearle a una cruel enfermedad, falleció el médico pediatra Rubén Kriskovich Cibils, quien durante casi de 40 años, atendió a miles de niños correntinos.
Varias generaciones han pasado por la sala del hospital donde él hacía guardia, el Coni, primero, y luego el Vidal. También, era habitual ver padres con niños en la vereda de su casa ubicada por calle San Luis, donde tenía su consultorio privado. Allí, atendía a hora y a deshora, días de semana o sábados y domingo, feriados, días de sol o de lluvia.
Desde hacía casi un año, el doctor Kriskovich dejó la práctica médica porque estaba enfermo y su salud se resentía. Por esas coincidencias de la vida, fue poco tiempo después de que falleció su compañera de toda la vida y madre de sus hijas.
Decenas de personas pasaron por la sala donde eran velados sus restos. Autoridades provinciales y municipales, funcionarios, colegas, y particulares que fueron a rendirle un sencillo homenaje y a decirle adiós a quien cuidó de la salud de varias generaciones desde que comenzó a ejercer, allá por 1972.
Muchos de los niños que entonces llegaban a su consultorio de la mano de sus padres, luego volvían llevando a sus hijos. Y con la misma calidez y dedicación recibían la atención del pediatra.
Como todo consultorio de médico de niños, siempre estaba desbordado de gente, lo cual no significaba que el doctor Kriskovich acortara las consultas o tratara de atender rápidamente para finalizar sus largas jornadas. Con cada paciente, sabiendo que para los padres la salud de los hijos es primordial, se tomaba su tiempo, charlaba con niños y padres, y no escatimaba explicaciones sobre el estado de salud, tratamientos y alternativas. Pacientes y padres salían de su consultorio conformes.
Además, al doctor Kriskovich lo caracterizaba su prodigiosa memoria. Recordaba a cada uno de sus pacientes y muchas veces no necesitaba leer las historias clínicas para saber qué le había pasado antes o las enfermedades por las que los había atendido.
Su dedicación era la misma en su consultorio privado, como en la sala de emergencia de los hospitales donde trabajó.
Habrá tenido errores, seguramente, porque la práctica médica es así. Era de esos médicos de “antes”, que prefería vapor y ducha, antes de recetar cualquier medicamento.
El doctor Kriskovich nació en la hermana República del Paraguay, pero eligió estas tierras para vivir y formar su familia. Su hermano gemelo, Oscar, también eligió la profesión de médico. Ambos se han destacado en el ejercicio de esa loable vocación. Corrientes ha perdido a uno de sus más destacados médicos, y la sociedad perdió a un gran hombre.
(Gentileza diario la República)
Son referentes en una sociedad, personas que se destacan por la profesión que ejercen, y el modo en que lo hacen, o por su carisma, o su “don de gente”. Corrientes perdió a un hombre que se destacaba por ambas cosas. A los 68 años, tras pelearle a una cruel enfermedad, falleció el médico pediatra Rubén Kriskovich Cibils, quien durante casi de 40 años, atendió a miles de niños correntinos.
Varias generaciones han pasado por la sala del hospital donde él hacía guardia, el Coni, primero, y luego el Vidal. También, era habitual ver padres con niños en la vereda de su casa ubicada por calle San Luis, donde tenía su consultorio privado. Allí, atendía a hora y a deshora, días de semana o sábados y domingo, feriados, días de sol o de lluvia.
Desde hacía casi un año, el doctor Kriskovich dejó la práctica médica porque estaba enfermo y su salud se resentía. Por esas coincidencias de la vida, fue poco tiempo después de que falleció su compañera de toda la vida y madre de sus hijas.
Decenas de personas pasaron por la sala donde eran velados sus restos. Autoridades provinciales y municipales, funcionarios, colegas, y particulares que fueron a rendirle un sencillo homenaje y a decirle adiós a quien cuidó de la salud de varias generaciones desde que comenzó a ejercer, allá por 1972.
Muchos de los niños que entonces llegaban a su consultorio de la mano de sus padres, luego volvían llevando a sus hijos. Y con la misma calidez y dedicación recibían la atención del pediatra.
Como todo consultorio de médico de niños, siempre estaba desbordado de gente, lo cual no significaba que el doctor Kriskovich acortara las consultas o tratara de atender rápidamente para finalizar sus largas jornadas. Con cada paciente, sabiendo que para los padres la salud de los hijos es primordial, se tomaba su tiempo, charlaba con niños y padres, y no escatimaba explicaciones sobre el estado de salud, tratamientos y alternativas. Pacientes y padres salían de su consultorio conformes.
Además, al doctor Kriskovich lo caracterizaba su prodigiosa memoria. Recordaba a cada uno de sus pacientes y muchas veces no necesitaba leer las historias clínicas para saber qué le había pasado antes o las enfermedades por las que los había atendido.
Su dedicación era la misma en su consultorio privado, como en la sala de emergencia de los hospitales donde trabajó.
Habrá tenido errores, seguramente, porque la práctica médica es así. Era de esos médicos de “antes”, que prefería vapor y ducha, antes de recetar cualquier medicamento.
El doctor Kriskovich nació en la hermana República del Paraguay, pero eligió estas tierras para vivir y formar su familia. Su hermano gemelo, Oscar, también eligió la profesión de médico. Ambos se han destacado en el ejercicio de esa loable vocación. Corrientes ha perdido a uno de sus más destacados médicos, y la sociedad perdió a un gran hombre.
(Gentileza diario la República)
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