lunes, 23 de noviembre de 2009

HISTORIAS DE GRUPOS DE AYUDA MUTUA CONTRA LA GORDURA Volver a mirarse al espejo, el desafío de quienes se unieron para vencer a la obesidad

Para muchos, bajar de peso no se trata solamente de una cuestión de dietas. La contención y ayuda mutua es el eje entre quienes se unen a los grupos Alco. Un espacio donde el compañerismo ocupa un rol fundamental en la lucha contra la obesidad.

Por Laura Duarte
de la Redacción diario El Litoral

Con la llegada del verano muchos -especialmente las mujeres- comienzan con la rutina del gimnasio, las caminatas y comer “liviano” para “estar en forma”. Sin embargo, lo que para algunos es una lucha por esos kilos demás en estos meses, para otros es una ardua y difícil tarea de años y que no la pueden llevar adelante solos. Por ello buscan ese espacio de contención en algunos de los grupos de la Asociación Lucha Contra la Obesidad (Alco). El Litoral visitó uno de ellos para conocer cómo trabajan y las historias de quienes encontraron en este equipo una forma de ayuda mutua para vencer a la obesidad.

Ni siquiera las inclemencias climáticas impiden que hace 5 años cada jueves, a las 18, el grupo Alco Luz se reúna en la sede de San Lorenzo 564. Antes de cada jornada, los participantes cumplen con una firme rutina. “Se toma la presión, control de glucemia, de peso”, contó Graciela Hraste. Después de la evaluación, las mujeres -”suelen venir hombres, pero no son constantes”, dijo- dedican unos minutos a meditar para luego comenzar con las actividades de la jornada.

“Este es un grupo de ayuda mutua para bajar de peso, donde se trabaja sobre la base de la alimentación, actividad física, el manejo de situaciones y emociones y se aprenden conductas que fortalezcan la calidad de vida”, enfatizó Graciela. Las experiencias demuestran que mediante esta metodología, muchas personas lograron su recuperación.

Entre la gordura y anorexia

Para Nora Duarte (47), la gordura y la delgadez se intercalaron durante su adolescencia, poniendo en riesgo su salud. “Desde los 11 tenía problemas de sobrepeso, pero a los 15 hice una crisis con la muerte de mi papá. Como estaba con 60 kilos, empecé a hacer dietas por mi cuenta, de lo que salía en revistas, libros, lo que me sugerían mis amigas. Hasta que empecé a tener un desorden alimentario, se me caía el pelo y me convertí en anoréxica. Llegué a pesar 39 kilos”, recordó.

Y cuando su peso se reestableció, acorde a su 1.55 metro de altura, “comencé a trabajar y volví a engordar, hasta llegar a los 85 kilos. Y aunque iba a una nutricionista me costaba mantenerme. Hasta que me crucé con una chica que iba a Alco y me invitó a participar del grupo. El primer cambio que tuve fue el de aprender a hacer las 6 comidas diarias”, dijo la mujer.

Desde aquel 10 de marzo de 2005 para Nora, Alco se convirtió “en mi contención. Entre nosotras nos alentamos para tratar de cumplir con nuestros objetivos semanales; saber que cada jueves tenemos que venir y ayudar a otro me reconforta. En mi casa se cambió la manera de cocinar, nada de frituras, mucho cuidado con la sal y mantenemos una alimentación variada con frutas y verduras”.

Evitar el espejo

Alicia Zamudio es una de las “históricas” de Alco. Hace 20 años que participa de distintos grupos. Su ingreso se dio como un último intento para poder descender sus 100 kilos que acusaba la balanza. “Dejé de mirarme al espejo, lo saqué del dormitorio”, recordó. Empezó a engordar después de sus 3 partos, “tomé pastillas, hice todo tipo de dietas pero nunca me dieron resultado. Cuando uno está gordo prueba de todo”, enfatizó.

“Alco cambió mi vida, mi forma de ser”, dijo Alicia que hace más de una década mantiene sus 65 kilos. “Antes no quería salir porque nada me quedaba bien”, confesó quien aún conserva las prendas que usaba cuando era obesa. “Las guardo porque me dan fuerzas para seguir, para no llegar a verme así nuevamente”, contó.

“La obesidad es una enfermedad, por eso quienes concurren a Alco también van a su médico para que les controle”, acotó luego.

Contrario al resto, Edid no reconocía que estaba obesa. “Me veía rellenita, pero no gorda”, dijo. Llegó a Alco acompañando a su hermana que quería adelgazar; “y ahí en el grupo descubrí que tenía este problema”. Hace 4 años que participa de sus reuniones, “de cada encuentro obtenés una respuesta, nos contenemos para seguir nuestro plan de alimentación y siempre te llevás un mensaje, una enseñanza de cada uno”. Esa es la esencia de Alco, un espacio no sólo de ayuda mutua para adelgazar, sino también para compartir experiencias y crear vínculos fraternales que permitan mejorar la calidad de vida de cada uno de sus participantes.

LOS NUMEROS

6 sedes tiene Alco en Corrientes; 5 en Capital y una en Paso de los Libres.




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