lunes, 14 de febrero de 2011

Se inicia la Campaña “40 días por la Vida”


La Iglesia Argentina celebrará durante el 2011 el Año por la Vida. Esto, no sólo implica una firme ratificación de su empeño en defender la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, sino su desafío constante de bregar por la dignidad de la vida de cada ser humano.




En el documento "Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad", afirmaban los obispos: “Nos referimos a la vida de cada persona en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural" y en todas sus dimensiones: física, espiritual, familiar, social, política, religiosa, etc."

La Comisión para el Año por la Vida de la Arquidiócesis invita a jóvenes, adultos, ciudadanos, a sumar "nuestro granito de arena, convencidos de que la oración es acción y, en palabras de Benedicto XVI, "Quien reza no pierde el tiempo".

Por ello comienza hoy lunes la Campaña "40 días por la Vida" en nuestra Arquidiócesis, al igual que en diversos países en los que se lleva adelante esta iniciativa desde hace varios años.

El compromiso es que durante 40 días (del 14 de febrero al 24 de marzo) se rece diariamente la Oración por la Vida de Juan Pablo II.

Adicionalmente, se sugiere que una vez a la semana, preferentemente los viernes, los fieles ofrezcan el ayuno para que en nuestro país se respete siempre la vida haciendo tuya las intenciones de la Oración por la Vida.

La fecha se ha escogido como preparación para el 25 de marzo “Día del Niño por Nacer” (Decreto 1406/98)

ORACIÓN POR LA VIDA

OH María,
aurora del mundo nuevo,
Madre de todos los vivientes, a Ti confiamos la causa de la vida:
mira Madre el número inmenso
de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas
de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia o
de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo
sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo
como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo
con solícita constancia, para construir,
junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida. Amén

Juan Pablo II

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