jueves, 6 de enero de 2011

La fiesta, más chamamecera y mundial que nunca

Además de los artistas nacionales y del Mercosur que habitualmente aportan su presencia a la Fiesta, este año el chamamé expondrá una exótica cultora en el escenario Osvaldo Sosa Cordero.



La propuesta es clara y sus esbozos ya fueron perfilados el año pasado: convertir a la Fiesta Nacional del Chamamé en un acontecimiento mundial, irradiado desde la cuna de esta música correntina. Además de los soportes tecnológicos informáticos que transmitirán la Fiesta a todo el planeta, y de la televisación en vivo, la organización quiso dotar a esta vigésima primera edición de un concepto de auténtico universalismo desde la cartelera artística. Es así que, sumada a las ya habituales visitas de cultores del género de todo el Mercosur, participará una chamamecera originaria del país del Sol Naciente.

Primera luna con aires de Oriente
La noche inaugural, siempre cargada de expectativas y promesas, tendrá como números internacionales a Luiz Carlos Borges- el gaúcho es ya un abonado a la Fiesta desde su debut en nuestra provincia en 2007- y a Yuki Makita y Seiichiro Miyamoto, quienes vendrán a mostrar como se siente al chamamé en el Japón.

Borges hizo su debut hace cuatro años, acompañado por Yamandú Costas, y en aquella ocasión regalaron un chamamé dulce, melódico, arropado en la maestría instrumental de los dos monstruos de las seis cuerdas. Que en un tramo fueron tres, porque invitado por ellos, Caraí Guedes, de la Familia Guedes, compartió aplausos con Borges y Costas.

El exotismo de la propuesta japonesa, en tanto, está explicado por el hecho de que Makita, subyugado por el arte de nuestro gran exponente Raúl Barboza, tomó clases con el maestro en París, para luego iniciar su actividad en la música del litoral a partir del año 1999. Grabó un disco titulado “Los caminos del viento”, que le valió el acercamiento a otro ciudadano ilustre de la patria chamamecera, el Chango Spasiuk.

Una fantasía de acordeón
La Fiesta Nacional del Chamamé no es sólo nacional, sino también del Mercosur. Los embajadores artísticos de los países vecinos suelen deparar agradables sorpresas al público de la Fiesta , y Tostao, el acordeonista de Minas Gerais, en 2008 cumplió con la norma.

Pelilargo, con bandana en la cabeza, estética y actitud de rocker, Tostao inició uno de esos romances consagratorios con la gente de Corrientes, que comienzan con una actuación brillante como la del brasilero.

Es difícil imaginar el set de Tostao sin haberlo visto: salta con el instrumento, lo toca con una mano, lo acuna sobre su pecho estando acostado en el piso, se inclina sobre él y parece estar en medio de algún rito de embrujo de las teclas. Todo con sempiterna sonrisa y simpatía compradora.

Tostao disfrutó e hizo disfrutar. Los “¡grande, Tostao!” se mezclaban con los aplausos, y eso parecía acelerar el motor del brasilero, un eximio acordeonista y un showman integral que se paseó entre el público, se trepó a su silla y no dejó de prodigarse en ningún momento. En la noche del martes 11 revalidará sus laureles en el anfiteatro, y dará paso a una artista paraguaya que por primera vez actuará ante el público correntino: Mirtha Noemí.

La vasta trayectoria de un gaúcho de Porto Alegre
Luiz Marenco nació en Porto Alegre en 1964. Su carrera profesional se inició en 1988, y a partir de entonces obtuvo una serie de permios y distinciones, además de la satisfacción de tocar con artistas de la talla de Antonio Tarragó Ros y Ramón Ayala. Es uno de los más destacados exponentes de un chamamé con impronta propia, la originada en el extremo sur de Brasil, que tiene como características una melodía y suavidad propias de la poética inspirada por una tierra exuberante. En su palmarés figuran dos discos de oro, uno de platino y un DVD de oro por su trabajo “Todo o meu canto”, de 2007.

La tercera luna, el miércoles 12, Marenco mostrará su arte en la Fiesta del chamamé, que ya vio la consagración de otros de sus coterráneos en ediciones anteriores.

En portugués y guaraní, lo mejor del Mercosur
Os Serranos se presentarán el jueves, trayendo todo su bagaje de chamamé en portugués para amenizar una Fiesta con sabor internacional. La actuación de los brasileros antecederá a la de Los Orrego, un conjunto paraguayo con setenta y ocho años de trayectoria en el mundo de la música. Dinastía folclórica tradicional paraguaya, Los Orrego fue fundada en 1932 por don Ladislao Orrego, quien fue traspasando el espíritu a toda su familia. Los Orrego realizan permanentes giras por todo el Paraguay y tienen grabados más de veinte discos.

Más color de países hermanos
Joça Martins es considerado uno de los mayores valores de la música gaúcha. Con más de veintitrés años de carrera, Martins tiene editados más de catorce discos, de los cuales dos de ellos fueron galardonados con sendos discos de oro ("O Cavalo Crioulo" y "Clássicos da Terra Gaúcha”).

Mientras tanto, el instrumento típico del Paraguay, el arpa, sonará en el escenario mayor del chamamé en manos de Marcelo Rojas, un consagrado artista guaraní que tañó sus cuerdas por escenarios de Argentina, Brasil, Uruguay, México, EE.UU., Islas Caimán, España, Suiza, Italia, Japón y China. Ambos actuarán el viernes 14, y la noche siguiente, la penúltima, harán lo propio el dúo compuesto por Mauricio Brito- Humberto Yule, de Brasil, y el Grupo Generación, de Paraguay.

Integración, apertura, universalismo
Un visionario Julio César Traynor, mentor inicial de la Fiesta en la segunda mitad de la década de los ochenta, lanzó una expresión de deseos que, en retrospectiva, fue casi un vaticinio: “…cuando los músicos paraguayos vengan y se nos acerquen los chamameceros uruguayos y los hermanos de toda región que se conmueva con el chamamé se encuentren aquí, habremos alcanzado la exacta dimensión de este encuentro…” (estos y otros datos de la Fiesta pueden ser consultados en la página oficial, chamame.tv).

Hoy, en este Chamamé 21, 21 por la cantidad de ediciones y por el siglo en el que se proyecta, puede decirse que, definitivamente, los correntinos y el mundo hemos alcanzado a vislumbrar esa exacta dimensión de nuestro tesoro cultural.

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