"Creo que cuando hablamos de los riesgos de comer un tipo de alimento (carne roja) y lo comparamos con otros como pueden ser los productos de granja (pollos), la clave está en el equilibrio. La idea es que en todo plan de alimentación ambos estén combinados para evitar desajustes que puedan generar un mayor riesgo de sufrir patologías cardíacas o cáncer", refirió la licenciada Claudia Fernández, jefa del Servicio de Nutrición del Instituto de Cardiología de Corrientes.
El principal riesgo tiene que ver con la ingesta elevada de alimentos de ese grupo procesados. Las principales hipótesis de los investigadores tienen que ver con el alto contenido de sodio de la carne, así como también con el hierro que acelera la producción de radicales libres y por ende daña los tejidos.
Luego de analizar a 34.670 mujeres de entre 39 y 73 años que no tenían enfermedades cardiovasculares ni cáncer al inicio del estudio en el año 1997, el equipo de la doctora Susanna Larsson, del Instituto Karolinska de Estocolmo en Suecia estableció que las participantes que consumían una elevada cantidad de carne roja (al menos 102 gramos por día) presentaban 42 por ciento más posibilidades de sufrir un accidente cerebrovascular (ACV), en comparación con las mujeres que menos carne consumían (25 gramos por día).
Los investigadores informaron en las conclusiones de la experiencia que forman parte de la reciente edición del journal Stroke, que en los 10 años que duró el trabajo 1.680 (4 por ciento de las participantes) sufrieron un ACV.
Este es el primer estudio en años que logra establecer una conexión, aplicable al sexo femenino, entre el consumo de carne roja y la posibilidad de sufrir un stroke.
"El más frecuente fue el ACV isquémico que se produce como consecuencia de la obstrucción de una arteria que es la encargada de llevar sangre al cerebro. Ese tipo se produjo en el 78 por ciento de los casos. El resto de los accidentes corresponden a otras causas no especificadas o a una hemorragia cerebral", expusieron los especialistas en sus conclusiones.
Por otro lado agregaron que "no se detectó relación entre la posibilidad de sufrir un ACV y el consumo de carne fresca (el análisis está realizado sobre carne roja procesada) o bien con productos de granja".
En cuanto a la posible explicación el equipo liderado por la doctora Larsson señaló: "Varios mecanismos explicarían la asociación entre la carne roja procesada y el riesgo de sufrir un ACV. Sin embargo creemos que el primer punto es la conexión entre el consumo de ese tipo de alimento y la hipertensión, uno de los principales factores de riesgo cuando pensamos en los accidentes cerebrovasculares. Por otro lado no debemos dejar de considerar al hierro que acelera la producción de radicales libres que dañan los tejidos. Por último, la carne roja procesada es rica en sodio, un mineral que incrementa la presión sanguínea".
"Creo que cuando hablamos de los riesgos de comer un tipo de alimento (carne roja) y lo comparamos con otros como pueden ser los productos de granja (pollos), la clave está en el equilibrio. La idea es que en todo plan de alimentación ambos estén combinados para evitar desajustes que puedan generar un mayor riesgo de sufrir patologías cardíacas o cáncer", refirió la licenciada Claudia Fernández, jefa del Servicio de Nutrición del Instituto de Cardiología de Corrientes.
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