domingo, 22 de agosto de 2010

La concepción Naturopática de la enfermedad ¿Qué es la enfermedad?

La importancia del terreno
Es raro que una persona con problema de salud se pregunte. ¿Por qué razón estoy enfermo? ¿Qué ocurre realmente en mi cuerpo? Al contrario, toda su atención --- y la de su entorno--- se concentra en los síntomas* molestos, desagradables o dolorosos de la enfermedad. Por otra parte todos los medios utilizados tienen como principal objetivo hacer desaparecer estos síntomas lo más rápidamente posible.

Parece evidente que la reacción normal debe ser responder con fuerza a la agresión provocada por la enfermedad. Y, en general, se actúa como si esta fuera una entidad externa e independiente del sujeto que, al penetrar en el, de repente lo convierte en un enfermo. Este punto de vista nos conduce a considerar a la persona una victima inocente a la que hay que ayudar porque, por <>, ha sufrido una agresión mórbida.

Las expresiones utilizadas para hablar de la enfermedad manifiestan con claridad esta visión. Decimos que <> enfermos, que somos <> por una enfermedad o que <> una enfermedad…

Según esta concepción, enseñada por la medicina alopática, cada <> determinas unos trastornos diferentes que le son característicos. Por lo tantos hay tantas enfermedades como agresores; es lo que se llama pluralidad mórbida.

En naturopatía, en cambio, todas las enfermedades son vistas como manifestaciones diferentes de un solo y mismo trastorno. Este denominador común, este mal profundo del que resultan todos los demás, residen en el terreno. El terreno es el conjunto de líquidos orgánicos que rodean o impregnan las células: la sangre, la linfa, el líquido cefalorraquídeo, etc.

Los líquidos intra y extracelulares representan el 70 por ciento del peso del cuerpo. Tienen una importancia capital puesto que constituye el entorno de nuestras células.

Las células dependen por completos de estos líquidos, que aseguran los aportes nutritivos, la eliminación de las toxinas que resultan de sus actividades y la transmisión de mensajes de una célula a otra, transmisión que garantiza su acción coordinada y armoniosa

Los líquidos orgánicos que componen el terreno y su porcentaje del peso del cuerpo
De la misma manera que el entorno del ser humano puede favorecer su salud o ponerlo enfermo, según este contaminado o no, el entorno de la célula determina su estado de salud. Si están sumergidas en un medio carente en oxigeno y sobrecargado de residuo, no podrán hacer correctamente su trabajo.

Nuestro organismo esta formado por células. Si están no funcionan normalmente, el cuerpo en su conjunto funcionará mal y diremos que esta enfermo.

Existe una composición concreta e ideal del medio interior que permite el funcionamiento del organismo, es decir, el trabajó normal de la célula. Cualquier cambio cuantitativo o cualitativo importantes de estos líquidos conduce a la enfermedad.

Por esta razón, las fuerzas vitales del organismo luchan constantemente para mantener el terreno en un perfecto equilibrio.

Se trata sobre todo de neutralizar y eliminar hacia el exterior todos los residuos y toxinas procedentes del metabolismo. Esta depuración se efectúa a través de los órganos <> los emuntorios: el hígado, los intestinos, los riñones, la piel y los pulmones.

La salud es, pues, un equilibrio inestable que hay que reconquistar sin cesar. Si por ejemplo, como consecuencia de exceso alimentario o de la toma de un toxico como el alcohol o ciertos medicamentos, el terreno se sobrecarga ocasionalmente con unos pocos residuos, las consecuencias no son graves, porque el cuerpo es capaz de purificarse por si mismo y restablecer así la composición ideal de los líquidos orgánicos.

En cambio, si estas desviaciones dejan de ser excepcionales para convertirse en corrientes, e incluso cotidianas, el cuerpo se ve ripiadamente superado en su capacidad de restablecer el equilibrio.

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