La diarrea, la malaria y la neumonía son algunas de las enfermedades que más vidas se cobran en el mundo entre los más pequeños, por lo que los autores apuestan por un considerable aumento de los medios dedicados a estos problemas, pero sobre todo por un mejor uso de los disponibles.
El 90% de las muertes infantiles de todo el mundo se concentra en 42 países, pero sólo seis contabilizan nada menos que el 50% del total: India, Nigeria, China, Pakistán, República Democrática del Congo y Etiopía. Estas son algunas de las cifras que aporta el primero de los trabajos, llevado a cabo por científicos de la Escuela de Salud Pública de Bloomberg (EEUU) junto con miembros de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. El 40% de estos fallecimientos ocurre en bebés con menos de un mes de vida. El consumo de agua contaminada y la desnutrición se combinan con enfermedades como la neumonía, la diarrea o el tétanos para convertirse en los principales factores de riesgo entre este grupo de población vulnerable.
A pesar del negro panorama que dibujan estas cifras, los expertos consideran que dos terceras partes de estas vidas se podrían preservar. Este es el eje del segundo de los trabajos, firmado por expertos de Naciones Unidas y de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EEUU, quienes añaden un argumento de peso: el coste económico de estas medidas es muy pequeño. Así, por ejemplo, se necesitarían cuatro millones de dólares para el tratamiento mundial de las enfermedades infantiles y sólo dos y medio para la prevención de la malaria.
¿Eso es mucho? ¿Es poco? Para hacerse una idea, basta señalar que los europeos y estadounidenses se gastan cada año 17 millones de dólares en comida para sus mascotas. Potenciar la alimentación materna, vacunar contra el sarampión o emplear mosquiteras son algunos de los sencillos remedios que deberían potenciarse y que en la actualidad sólo cubren el 50% de las necesidades reales. «No hay que esperar a que surjan nuevas tecnologías, ni nuevas vacunas, ni siquiera nuevos tratamientos, bastaría con que comenzásemos a aplicar lo que ya tenemos allá donde hace falta», señala uno de los especialistas.
¿Cómo? Fortaleciendo los sistemas nacionales de salud de estos países y acabando con algunas de las diferencias sociales que abocan a los niños más pobres, los más necesitados también, a una desatención sanitaria que les deja fuera de los circuitos hospitalarios. Estas son algunas de las propuestas que se exponen en el tercer y cuarto estudio.
La serie culmina con un escrito del Grupo de Estudio Bellagio sobre Supervivencia Infantil que identifica cuatro intervenciones que se deben llevar a cabo para acabar con esta situación. En primer lugar, subraya la necesidad de liderazgo; no hay ninguna organización que pueda encabezar un movimiento internacional contra la mortalidad infantil. Añade que, a largo plazo, el objetivo de los sistemas de salud debe ser identificar las necesidades, para generar recursos y gestionar los programas asistenciales. Y, en tercer y cuarto lugar, respectivamente, hace hincapié en la necesidad de incrementar tanto los recursos económicos como la sensibilización social.
Aunque los autores no se lanzan a emitir propuestas concretas, 'The Lancet' incluye un comentario en el que anuncia que organizará reuniones cada dos años para evaluar cómo evoluciona la mortalidad infantil y denunciar la situación si no se aprecian cambios. «Los recursos están disponibles, pero no se están utilizando», critica la coordinadora de la serie, Jennifer Bryce. En su opinión, 2015 debe ser la fecha tope para lograr estas metas, que define como «el objetivo del milenio con más posibilidades de ser alcanzado».
(Infancia Hoy)
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