Compartir Esta enfermedad afecta sobre todo a niños de menos de 6 años y no tiene cura. Una especialista explicó cómo se lo contrae y cuáles son las medidas de prevención. Esta enfermedad es típica de la primavera y del verano. La Argentina tiene la triste fama de contar con más casos de Síndrome Urémico Hemólítico (SUH) que todos los del resto del mundo sumados. Mucho para una enfermedad que no tiene cura y que es la primera causa de insuficiencia renal aguda en los menores de 5 años y la tercera de trasplante renal en chicos.
¿La buena noticia? Prevenirla es posible, si se respetan hábitos básicos de higiene.
Las preguntas más frecuentes sobre el SUH
¿Qué es el Síndrome Urémico Hemolítico?
Su nombre describe bien de qué se trata. Es un síndrome porque tiene múltiples causas y afecta a varios órganos, entre otros al sistema nervioso central, al corazón, a la sangre, a los riñones y al páncreas; urémico porque sube la urea, debido al daño que causa en los riñones, ya que produce una pérdida súbita de la capacidad del aparato urinario para eliminar los residuos tóxicos; y hemolítico porque se rompen los glóbulos rojos y bajan las plaquetas.
¿Cómo se contrae la enfermedad?
La bacteria ingresa al organismo por ingestión de alimentos contaminados, aguas contaminadas o de persona a persona.
¿Qué síntomas presenta el niño que la padece?
Luego de comer el alimento contaminado, la diarrea (muchas veces, con sangre) empieza a las 72 horas, o, incluso, en los 7 días posteriores en algunos casos, y dura entre 3 y 4 días. Luego, puede disminuir la cantidad de orina del niño y algunos empalidecen porque se destruyen glóbulos rojos. También es frecuente que los menores estén decaídos o irritables.
¿Cómo es el tratamiento de la enfermedad?
Como no existe una cura, el tratamiento es de sostén. Consiste, en general, en transfusiones de sangre y diálisis. Si la evolución es buena, en general dentro de los 15 días los pacientes comienzan, lentamente, a recuperarse.
¿Qué alimentos se consideran “de riesgo”?
La carne picada mal cocida.
Las carnes jugosas de color rosado o rojo en el centro.
Los alimentos cocidos que tomaron contacto con carne cruda.
Los productos lácteos que pierden la cadena de frío.
Las frutas y verduras que no se lavaron adecuadamente.
Los jugos no pasteurizados.
El agua no potable.
Los alimentos procesados fuera de la casa donde uno no pueda estar seguro de cómo han sido cocidos o almacenados.
¿Qué precauciones habría que tener en casa?
Respetar la cadena de frío de las carnes y los lácteos.
Un alimento fresco puede permanecer dos horas como máximo en tiempo acumulativo a temperatura inadecuada (4 a 60 grados).
Finalizar la compra del supermercado con las carnes y lácteos.
No descongelar sobre la mesada, descongelar en la heladera o en el microondas o bajo un chorro de agua fría. Luego, colocarlo en la heladera.
Una vez que se cocinó el alimento consumirlo pronto. Si se guarda en la heladera, antes de consumirlo llevarlo a temperaturas de como mínimo 70 grados (con dos minutos de microondas suele alcanzar).
Evitar colocar carne en los estantes superiores de la heladera para evitar que se derrame su jugo sobre otros alimentos.
No guardar alimentos crudos juntos con los cocidos.
Considerar que los productos en la puerta de la heladera están expuestos a mayor temperatura.
¿En qué debemos prestar atención al cocinar?
Lavarse las manos antes y después de procesar los alimentos.
Al terminar, lavar todo lo que ha tomado contacto con la carne cruda, con agua bien caliente y jabonosa.
No utilizar los mismos cubiertos con la carne cruda y cocida.
Lavar frutas y verduras con agua potable y, de no ser posible, agregar 2 gotas de lavandina por litro de agua, esperar 30 minutos y lavar.
Asegurarse de que la carne no sea jugosa ni esté rosada o roja en el centro.
La carne picada está bien cocida cuando el suero que libera al cocinarse es transparente.
Se recomienda lavar con lavandina al menos una vez por semana las tablas de madera donde se corta carne.
Consejos fuera del hogar
Para las viandas escolares, luncheras térmicas o bolsas térmicas.
Evitar darle al chico para que lleve al colegio productos lácteos.
Si lleva alimentos que tienen que permanecer en frío, colocar un gel refrigerante o una cajita de jugo congelado.
Lavarse las manos antes y después de cambiar los pañales, especialmente en las guarderías.
Lavarse las manos luego de ir al baño.
Clorar las aguas de natación adecuadamente y aquella de consumo que no sea agua corriente.
Dra. Andrea Exeni: Jefe del Servicio de Nefrología Infantil del Hospital Universitario Austral (HUA)
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