“La vida desea seguir caminando, creciendo, madurando… La vida nos solicita que rehagamos los senderos torcidos; que abramos cauces a las posibilidades estancadas, que sanemos lo herido; que cuidemos lo sano…”
Juan Aguirre
Enfrentarse a la espera del resultado de una biopsia o leer un diagnostico desalentador, sin dudas, es una de las situaciones límite más cruda que experimenta el ser humano.
Afloran recuerdos tristes de familiares o amigos que padecieron la enfermedad. La sensación de desamparo es abrumadora, a pesar del enorme avance de la ciencia en el tratamiento oncológico y los denodados esfuerzos de nuestros seres queridos para alentarnos. Aliento que si no es recibido por el paciente, no se retroalimenta y con el tiempo se desvanece.
Es por ello que considero que el buen ánimo debe generarse en el mismo enfermo. Es un camino difícil…Pero no imposible.
Abundan la bibliografía que trata de la incidencia o la causa del factor emocional en las enfermedades. Entonces ¿Por qué no abusar de la sanación también en él?
Las posibilidades de curación o paliativas serán más viables, por que se contaran con la predisposición anímica para superar el problema, mas el apoyo terapéutico de la medicina.
La Triada Oncológica
En la actualidad y en todos los órdenes de la vida, se logran los objetivos propuestos a través del trabajo en equipo. Es por esa razón que aun o más aun, en tratamientos de patologías severas, la labor interdisciplinaria, la interconsulta permanente entre profesionales, hará más efectiva y rápida la curación o el efecto paliativo.
La apertura que demuestre el profesional médico a interconsultar con sus pares de la misma especialidad o de otras, generara confianza y tranquilidad en el paciente. Sabrá que está en buenas manos y que nada quedo librado al azar.
Es relevante entonces, que una vez sabido el diagnostico se conforme la TRIADA ONCOLOGICA, formada por: el paciente, la ciencia y los profesionales médicos; en la cual fluya dinámica y constantemente la comunicación, en pos de una misma meta: la curación o el efecto paliativo.
La Resiliencia en el Paciente
Es parte de la naturaleza humana, sentir temor ante lo desconocido. El paciente oncológico debe enfrentarse a varios miedos durante el tratamiento: quimioterapia, cirugías, radioterapias, etc.; por los cuales los temores se sobredimensionan y el equilibrio emocional, por momentos se debilita.
Resulta entonces fundamental recuperarlo para afrontar con fortaleza y optimismo el tratamiento.
El apoyo psicológico se torna muy necesario, no solo para contener al paciente sino para orientar porque no a los otros profesionales.
Seria de optima utilidad implementar talleres en los centros de salud, donde el paciente comparta sus experiencias, sus temores y sus logros junto a otras personas que estén viviendo la misma situación y los profesionales psicólogos o psicopedagogos (con formación en Inteligencia Emocional y Espiritual) que coordinen los encuentros, desarrollen en los pacientes la resiliencia; que es la capacidad para resolver o superar exitosamente las adversidades que se presentan en la vida.
Paralelamente, se podrían organizar además, reuniones familiares; pues ellos también padecen el shock emocional, una ves diagnosticada la enfermedad.
El paciente oncológico es consciente que debe librar una dura batalla y si emocionalmente esta contenido, logra la armonía psico-espiritual, allanara el camino para ganar en calidad de vida; porque: “hay circunstancias que no podemos cambiar y otras que no podemos evitar, PERO SI PODEMOS DETERMINAR COMO VIVIR CADA UNA DE ELLAS”
LIC. MIRNA VIA DO PICO
PSICOPEDAGOGA MAT. PROF. 047
MEDINIÑOS
DECALOGO DEL
PACIENTE ONCOLOGICO
1) No permitas la Autocompasión. Debo CONSTRUIR (ME) a partir de este dolor.
3) No perder la capacidad de SONREIR
4) Disfruta a pleno los placeres de la vida. Realiza los proyectos que postergamos
5) CONFIAR en nuestros médicos. Para ello, consultar, colaborar y por qué no, reclamar, si es necesario.
6) CUIDAR NUESTRA IMAGEN. “Producirnos” cada vez que salgamos o vayamos al médico. Esto ayudara a otros que estén pasando por el mismo problema. NO permitirnos tener aspectos de enfermos.
7) No cuestionar a los demás si nos brindan la palabra o el gesto que necesitamos. Ellos se sienten más vulnerables.
8) Que nuestras lágrimas sean las gotas de rocíos que ayuden a RENACER cada día y no, que nos ahoguen en una profunda tristeza.
9) Rodearnos de personas optimistas. Evitar a los eternos quejosos. Nosotros sabemos “cuál es el verdadero sentido de la vida”.
10) Agradecer a DIOS por cada despertar y por cada día vivido que nos regala.
Lic. Mirna Via do Pico
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