Dr. Antonio Hessel, Medico anestesiólogo, Experto en dolor
La artritis reumatoidea es una afección de las que se denominan autoinmunes, es de naturaleza inflamatoria y afecta las articulaciones. Se trata de una afección crónica que tiene una particularidad: se inicia en etapas tempranas de la vida, lo cual supone que “acompaña” a quien la padece durante gran parte de su camino.
Por ello, al igual que con otras enfermedades crónicas, no queda otro remedio que convivir con ellas y es necesario tener en cuenta ciertas reglas básicas.
Impacto de la artritis reumatoidea en la vida cotidiana
La existencia de artritis reumatoidea implica tener que adoptar algunos cambios en el estilo de vida.
Por ejemplo, en ciertos períodos puede ser necesario permanecer en casa para ayudar al alivio de los síntomas, seguir en forma estricta el tratamiento e impedir que la enfermedad empeore.
Es común sentir dolor, cansancio o fatiga y rigidez de las articulaciones. Es necesario que el paciente reconozca las actividades que le provocan dolor (para evitarlas o reducirlas al máximo) y las que le pueden proporcionar alivio, para intensificar su práctica.
Los cambios en el estilo de vida incluyen el aprendizaje de las características de la enfermedad, el tipo de ejercicios físicos más convenientes, cambios en la alimentación, empleo de dispositivos de asistencia o apoyo y otras medidas de soporte, tanto físico como psicoemocional.
Necesidad de adoptar un papel activo
Más allá de la ayuda que pueda proporcionar la familia, los amigos y las prácticas médicas, es el propio paciente el que debe adoptar un papel activo frente a su padecimiento, ya que esta es la manera en la cual podrá sentir que el control de la situación está en sus manos y no en la enfermedad.
Lo primero a poner en claro es la identificación de los momentos en los que la enfermedad se agrava, es decir, las circunstancias o acciones en los cuales se acentúan los síntomas (dolor, dificultad del movimiento, etc.). Es importante que tanto su médico como el resto del equipo de salud que lo asiste (kinesiólogos, terapistas físicos, terapistas ocupacionales, etc.) conozcan estas características de sus síntomas, que pueden ser diferentes a las de otros pacientes con la misma enfermedad. De este modo, se puede elaborar un plan personalizado de asistencia, un esquema de medicación analgésica y un programa de ejercicios físicos tendientes a facilitar las acciones complicadas y aliviar el dolor.
Es necesario tomar el control de la enfermedad por parte del propio afectado. Mientras tanto recuerde la importancia de 2 actitudes básicas: la confianza en el médico y el equipo tratante (si tiene dudas o la relación no es buena es preferible que cambie de profesionales) ,lo primordial es el mantenimiento de una actitud optimista respecto a las posibilidades de dar batalla a esta enfermedad y llevar una calidad de vida mejor.
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